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MONTE NEMRUTDía 14 Hoy nos dirigimos al Nemrut dagi. La carretera Kayseri-Malatya es pura obra. Abandonan piedras sobre el suelo y no acaban de asfaltar. Apenas se observan operarios ni maquinaria. Antes de llegar a Malatya, nos desviamos hacia Adiyaman, cogiendo un atajo, en el que por momentos pensamos que estamos perdidos. Por fin llegamos anocheciendo a Adiyaman. El bochorno es espantoso; las recepciones de los hoteles están hirviendo, y los recepcionistas se lanzan en tropel a enseñarnos habitaciones en hoteles fantasmagóricos. Finalmente nos alojamos en Antiochos hotel. Una primera impresión, tras numerosas horas de carretera, no es capaz de advertir que todas las puertas de las habitaciones del hotel están forzadas. No somos capaces de situar la fecha de asalto, con lo que nos acostamos con la duda de si se puede repetir en cualquier momento. Como anécdota, mencionar que el mueble-bar del que nos habla el profesional caza huéspedes, no es más que un armario de madera vacío al que le falta el fondo, por no hablar del contenido. La salamandra en el lavabo y las numerosas trampas para diferentes animalillos, no son suficientes para alterar el sueño en el que nos envolvemos bajo una gruesa y ruidosa turbulencia de aire acondicionado. Día 15 Adiyaman-Katha
Más adelante, sobre un río, que apenas permite zambullirse a unos niños en un recodo, encontramos el Cendere Caprusu, puente reconstruido junto a un cañón, presidido por tres columnas. En sus proximidades, tomamos un refresco en una tienda-terraza solitaria, donde Laura compra un bolsito artesanal cuyo tinte deja buena cuenta en sus pantalones. Continuamos el recorrido visitando el Yeni Cale, castillo fortaleza, que más adelante nos conduce a Arsemeia Ören Yeri. Allí nos encontramos con un grupo de catalanes con el que intercambiamos impresiones sobre nuestros respectivos viajes. Visitamos los alrededores, compuestos por los restos de una ciudad, un relieve muy bien conservado, y un tunel profundo excavado en la roca. Lo descendemos a medias, unos por cansancio y otros por la conversión de escalera en rampa. Continuamos nuestro trayecto haciendo un picnic bajo un árbol junto a lo que parece un cementerio rural. Plantamos las semillas de nuestras frutas, imaginando que un día volveremos y veremos un hermoso albaricoquero y un peral, (contando con un cambio climático en curso). Hacemos cumbre en el Nemrut, con el coche apunto de petar tras recorrer varios kilómetros de fuerte pendiente. Allí nos ofrecen una habitación con literas para pasar la noche, parecida a un barracón de un campo de concentración. El entusiasmo nos ciega y aceptamos. Nos quedamos para poder contemplar el anochecer y el amanecer desde las dos terrazas que rodean el túmulo. ¡Error! A esas horas, precisamente, es cuando suben docenas de dolmus cargados de turistas, que aplauden cuando sale o se oculta el sol. Las cabezas de las estatuas no decepcionan en grandiosidad, sino por el hecho de estar concentradas en un pequeño espacio franqueado por cadenas. Día 16 Tras pasar la noche sin apenas pegar ojo, nos levantamos a las 4:30 h.
para ver el amanecer en la cima. Tras volver a recorrer el sendero que
conduce a las estatuas, esta vez hacia la terraza por donde se otea la
salida del sol, nos encontramos con numeroso público que sorprendentemente
nos ha adelantado. Nos encontramos incómodos y decidimos renunciar
al espectáculo astral, desplazándonos a la terraza opuesta
para disfrutar del silencio y la soledad, frente a las majestuosas esculturas.
La altitud del lugar nos proporciona una panorámica extraordinaria
del Taurus. La imagen de aquellos gigantes decapitados, con sus cabezas
a los pies, no les resta majestuosidad. Guardianes impotentes a la profanación
de aquel lugar sagrado vuelven su mirada hacia el pasado. Nos reciben
y nos niegan. No cabe el diálogo. © 2005, Diseño y fotografías: Laura
Bustos. Texto: Belén Bustos
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