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  • Como recomendación gastronómica os remitimos a un pequeño restaurante en The Cheng Huang Temple Street, decorado con un montón de cartulinas de colores con mensajes de los comensales. Trato muy agradable y mucha verdurita.

Dónde estuvimos

Pingyao

La antigua ciudad de Pingyao es un recinto amurallado que guarda un montón de tesoros en su interior. Si dispones de tiempo, es recomendable adquirir por 120 yuanes una entrada que te permitirá visitar todos ellos.

La residencia que más nos gustó fue la de Lei Lutai, un antiguo emprendedor de las finanzas, en donde se distinguen, de un modo curioso, las dependencias de los hijos, el propietario y los trabajadores del hogar. Tanto la distribución como el mobiliario resultan interesantes.

De los dos bancos, el Xie Tong Qing Draft es el que más nos gustó. Si bajáis al sótano podréis curiosear en las habitaciones que hacían de caja fuerte para custodiar los lingotes de la época. (Su visita resultó más interesante que la del Ri Sheng Chang, al contrario de lo que recomienda la guía lonely).

Entre los numerosos templos, están los taoístas como el Qing Xu Guan al comienzo de la calle este, una de las vías de la ciudad con más sabor y sensación de autenticidad, y el Cheng Huang cuyas figuras son similares a las del templo Dongyne de Beijing. El templo Guanyu, en ruinas y apuntalado pero interesante, es difícil de localizar a no ser que preguntéis a los viandantes. Se accede a través de un arco en donde trabaja apaciblemente un reparador de bicicletas. Parece que fueses a entrar al patio de alguna vivienda, pero ahí está junto a las aulas de un colegio que parece abandonado. Del que nos llevamos una peor sensación fue The Confucian Temple. El recinto en donde está ubicado contiene hasta un restaurante donde también puedes asistir a una representación ¿?. Pero lo que menos nos gustó fue la actitud de los monjes que te embaucan con un ardid sibilino para que saludes, siguiendo sus precisas instrucciones, a la imagen de Confucio, y te hacen firmar en un libro, para concluir la ceremonia pidiéndote 30 yuanes. ¡Vaya corruptela!  

De entre lo menos destacado, el antiguo edificio del gobierno (abarrotado, incluye una representación de un juicio a la antigua usanza), y algunos museos un tanto soporíferos. El más curioso era el Newspaper Museum, en donde se exponen portadas de periódicos de la época de la revolución cultural y que incluye en una de sus dependencias una estatua de Mao.

Si queréis tener una panorámica del interior y el exterior de la antigua ciudad lo mejor es dar un paseo por la muralla, donde encontraréis curiosas estatuas de bronce. A lo largo del perímetro hay varias almenas, donde refugiarse del sol, en cuyo interior han instalado diferentes maquetas con escenas de la vida tradicional a las que te asomas por un ojo de buey, activándose con tu presencia una grabación en chino que suponemos narraba los diferentes episodios.

Por el día, es recomendable huir del centro y las calles más transitadas, abarrotadas de puestos y mercancías, para recorrer calles paralelas más próximas a la muralla, donde predomina el silencio y la modesta actividad de los residentes. Hay que esperar a la noche, a partir de las 22.30 para poder recorrer el centro con los tenderetes recogidos y los farolillos aún encendidos y así poder disfrutar de la magia del lugar.

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